Tras dos años de pandemia y lectura, tratando de abrirme paso a través del galimatías en que se ha convertido el tema del sexo y el género, tras centenares de lecturas de todo tipo, incluyendo visitas a debates y conferencias en youtube y podcasts, me decido a abrir un diario de lecturas, en el que anotar mis avances hacia la alguna clase de comprensión del tema.
Dejo para otro día, de momento, otras introducciones contextuales.
El punto de partida es examinar de la maneras racional posible como se han ido construyendo los conceptos del sexo y de género en la sociedad humana contemporánea, analizar sus distintos matices y explorar las numerosas versiones que se entrecruzan al explorar el tema.
Comienzo con mi lectura actual; "Política Sexual", de Kate Millet (Ed. Catedra, 8º Edición, 2021; originalmente publicado en 1969).
Me interesé por Kate Millet tratando de explorar la genealogía del uso, en las teorías feministas, del patriarcado. Según wikipedia, Millet es representativa del feminismo radical de los años 70, y una de las articuladoras del concepto y del rol del "patriarcado" en el pensamiento sobre la sociedad contemporánea.
Vamos allá.
Millet comienza su libro con referencias a escenas de trabajos literarios de Henry Miller ("Sexus"), de Normal Mailler ("Un sueño americano") y de Jean Genet.
Comienza con un análisis pormenorizado de dos escenas sexuales, por cierto bastante atípicas para lo que se podría entender que sea el comportamiento sexual digamos sano, o si se quiere corriente, extraídas de los libros mencionados. Se trata de escenas crudas, con alto contenido de dominación y control de la escena por parte del varón, en las que el papel de la mujer es casi completamente pasivo, y el papel del consentimiento de la mujer en la escena apenas tiene lugar, mas allá de que no parecen resistirse de manera decidida. Una de las escenas incluye el asesinato de una de las mujeres. (Para no incurrir en el uso abusivo citas que en este caso serian de tercera mano, recomendaría al lector leer las obras originales).
Repasando el desempeño en las escenas de Rojark, uno los personajes de N. Mailler, la autora escribe:
"El lector no puede sino concluir que asesinando a su mujer y sodomizando a otra, Rojark se ha convertido en un verdadero hombre". (p. 55)
Ante una conclusión así, ya en el principio de su argumentación, este lector no puede disentir más de la conclusión de la autora. A mi modo de ver y, según creo yo, al modo de ver de cualquier persona razonable, ejercer la violencia sobre la pareja sexual más que cualificar al autor como verdadero hombre, cualifica como agresor sexual; por lo mismo, asesinar cualifica como asesino. Aquí hace falta establecer alguna clase de nexo entre estos actos violentos y lo que sea que Millet llame un verdadero hombre.
No me es ajena la idea de que "dominación" y "sumisión" son rasgos que se hacen presentes con frecuencia en la relación sexual, a veces como juego mutuamente consentido, o veces como acto criminal. Tampoco que el reparto de roles de género en el lado dominante o sumiso de la escena sexual, no coincide necesariamente con la característica de ser varón o hembra de los participantes. Habría aquí mucho trabajo de análisis para articular este tema antes de llegar a alguna clase de conclusión. Este trabajo se ha hecho, pero hoy no me voy a referir a ello.
Con lo que no estoy de acuerdo en absoluto es con la conclusion a la que llega tan fácilmente la autora: que el lector llegue a la conclusion de que la dominación de Miller, o el asesinato relatados por N. Mailer, cualifique a nadie como un verdadero hombre. La conclusión a la que llega Millet de manera tan sencilla e inmediata es, a falta de mayor elaboración, su sesgo personal; o si se quiere, la tesis que se trataría demostrar.
No tengo claro si en el momento de escribir su texto - antes de 1969-, las ideas de género y sexo estaban ya elaboradas y construidas tal y como se discuten hoy en día. Me inclino a pensar que, en ese momento, aun no se había disociado completamente en la teorizacion feminista el concepto de sexo del de género, entendido como lo hacen algunas teóricas contemporáneas de lo queer, como una mera construcción social, disociada completamente de la biología. En realidad, según me parece, y como se verá más adelante, Millet parece estar trabajando simultáneamente, y sin haberlo aclarado en el texto, con la idea de hombre como "macho humano adulto", y con lo que lo que llamará caracteres masculinos y femeninos.
Vemos como un poco mas adelante, la autora nos trae textos de Jean Genet. Reseña escenas de relatos literarios donde personajes homosexuales varones exhiben comportamientos que me parecen antisociales, donde unos personajes homosexuales varones actúan de manera abusiva sobre otros varones, que participan de manera pasiva.
La autora presenta estas escenas escogidas porque según ella:
"... constituyen una minuciosa exégesis de la relación de poder existente entre lo "masculino" y lo "femenino", revelada por un mundo de delincuentes y homosexuales que no es sino la réplica de la sociedad burguesa heterosexual". (p. 60).
Mas adelante justifica su preferencia por Genet para establecer la base de su argumentación:
"Es, al parecer, el único escritor masculino contemporáneo que ha sabido trascender con extraordinaria habilidad literaria, los mitos sexuales prevalecientes" (p.65)
Recapitulando, las relaciones de poder en la sociedad burguesa, tal y como las ve Millet, se descubren y se entienden porque son la réplica de las que se establecen en un mundo de homosexuales y delincuentes. Cosa que al parecer, entre los autores masculinos, solo Genet ha sido capaz de ver, trascendiendo los mitos sexuales prevalecientes.
Previamente nos había advertido que:
"Pese a no ser mas que una caricatura grotesca y un tanto morbosa, los homosexuales de Genet revelan con claridad meridiana la verdadera esencia del carácter "masculino" y "femenino" que la sociedad heterosexual considera atributo natural del varón y de la mujer, respectivamente, y utiliza para mantener intacta la relación que viene siendo de forma tradicional a los sexos". (P. 57 )
De nuevo la autora nos presenta como conclusiones demostradas cosas muy discutibles, que tendría que argumentar y sostener mucho mas solidamente, de manera que al proseguir la lectura, no se tenga la impresión de que su argumentación posterior se apoya en conclusiones previas totalmente cuestionables. Ya que, en ese caso, todo su andamiaje argumentativo, se desmorona, y no tiene sentido seguir leyendo.
Anotemos aún dos datos de interés.
Uno: los roles "femeninos" que Millet busca y encuentra en los personajes homosexuales de Genet, aparecen en el texto de referencia en grupos compuestos enteramente por homosexuales de sexo masculino.
Y dos: para la autora, las manifestaciones "femeninas" de los homosexuales masculinos le sirven también para entender la esencia del "carácter" de la naturaleza femenina de las mujeres "tradicionales".
Son dos ideas interesantes, en los que me parece se pueden encontrar resonancias respecto de la construcción de lo masculino y lo femenino en Freud. Pero dejo el comentario para mas adelante.
El corazón de la argumentación del capítulo primero aparece en la pag. 62, donde Millet escribe sobre Armand, una de esas caricaturas "grotescas y un tanto morbosas" de Genet:
"Todo cuanto ha aprendido le ha enseñado a identificar lo masculino con fuerza, crueldad, indiferencia, egolatrías y dominio".
La autora, según me parece, nos adelanta aquí ya alguna aproximación a la tesis del libro. De momento, adelanta una definición implícita de lo que ella ve como una definición de lo masculino. Nótese de nuevo que la extrae de un personaje extraído del mundo de la inadaptación social, expresada a través de relatos de homosexualidad marginal, delincuencia y prostitución.
Mis diferencias con la autora emergen aquí con claridad. Puestos a buscar rasgos del carácter de lo masculino, yo propondría considerar cambien otros relatos. Por mencionar solo dos: ¿Por que no considerar al cínico y desengañado personaje Rick, de la película Casablanca; o a Walter Fane, el marido engañado de la novela "El velo Pintado" de Somerset Maugham. Ambas son grandes obras y proponen también modelos de masculinidad, si bien muy diferentes de los que menciona Millet. Un tanto almidonados quizás. Pero en ellos que encontramos valores y rasgos asociados a personajes masculinos, como el honor o el esfuerzo por lograr renunciar civilizadamente a la mujer amada, ya que ésta ama a otro. Valores de los que carecen los personajes de Miller, Mailer, y Genet.
Tras esta constatación, avanzando en la lectura, comienzo a adivinar la técnica argumentativa de Millet. En primer lugar, desde una lectura de contemporánea, se nota mucho que en su libro sobre precisamente política sexual, parte sin ofrecernos una definición concreta de lo que va a considerar "masculino" o "femenino", mas allá de lo que ofrece en la presentación sesgada de ese tipo arquetipos de conductas antisociales que arbitrariamente asocia a lo masculino.
Como se observa, escoge deliberadamente personajes que destacan por rasgos de conducta claramente reprobables y los atribuye decididamente -puesto que no ha establecido aún a qué va a llamar masculino o femenino-, a uno de los dos referentes de genero: al masculino. Y finalmente, llega muy rápido a una conclusión. Tan rápido que ésta tiene todo el aspecto de haber sido ideada antes del comienzo de la investigación, que nos presenta así:
"La conclusion política que se oculta tras el planteamiento dramático de la obra es que, a menos que se abandone la ideología de la virilidad (real o ilusoria) y de la preponderancia masculina, todos los sistemas de opresión seguirán funcionando, por el mero hecho de su preeminencia, tanto intelectual como emocional, en la mas elemental y primigenia de las situaciones humanas" (p.64).
En resumen, la autora nos encierra en un concepto de lo masculino extraído de construcciones literarias situadas en contextos de delincuencia y homosexualidad, concepto extraído de relaciones donde prevalece la "fuerza, crueldad, indiferencia, egolatría y dominio". Nos propone casi a la vez que a) aceptemos su concepto de masculinidad, (apenas esbozado), y b) que lo abandonemos.
Por lo que a mi respecta, acepto sin reservas que la crueldad, la indiferencia, el dominio, o la egolatría, en el contexto de las relaciones humanas, son altamente reprobables y disfuncionales y deben ser abandonados.
Pero rechazo, por lo leído hasta ahora, que la autora haya demostrado qué tales rasgos definen "lo masculino" para contextos distintos del puramente antisocial.
Voy a seguir leyendo, a ver si llego a la parte de ver como como se va construyendo el concepto de Patriarcado en Millet.
Pero ya sera otro día.