Nuestro colega griego Stelios Stylianidis ha tenido el acierto de
organizar una mesa redonda sobre la Crisis Económica en Europa y sus
implicaciones en salud mental. Ha invitado a representantes de Rusia, Turquía,
Serbia, Grecia, España, Italia y Portugal. También invitó a Costas. Lapavitsas,
economista griego, profesor en Londres.
Una primera nota curiosa es ver como la crisis de la salud mental se ha abierto paso hasta las ocupar las prioridades en la agenda de las sociedades medicas menos orientadas hacia lo social.
Por su interés, voy a resumir las impresiones después de unas seis
horas de comunicaciones y discusiones. En realidad, la parte de analizar el
impacto de la crisis económica sobre la salud resultaba bastante sencilla. Es un impacto brutal. Una de las
cosas que contaban es que se está dejando de vacunar a grupos poco accesibles se
niños, con lo que puede ello representar a medio plazo en el control de enfermedades transmisibles.
Se puede asumir el impacto sobre la salud mental que supone para las
personas el deterioro económico brusco y la entrada imprevista en una situación de
pobreza. En España se informa del incremento de patologías de depresión,
ansiedad y estrés. Es lógico, es como decir que si te pasan malas cosas, estas fastidiado.
Otra cosa es establecer pruebas académicas. Algunos autores tratan
de exigir “pruebas” de la relación entre la crisis y el deterioro de la salud
mental. Por ejemplo, que los incrementos en tasa de suicido tienen con la crisis
una relación causal. (La presentación de Barbato, a la que hago alusión mas
delante, va en esa línea).
(Miguel Xavier, Angelo Barbato, Stelios Stylianidis y Ricardo Guinea)
Pero para la mayoría de los ponentes y asistentes, la relación entre el
sufrimiento de la gente y la crisis se daba por admitida.
La sensación es que, en todos los países, los
efectos de la crisis son parecidos en términos de efecto sobre la población, en
grado diverso y con impactos de dureza distinta. La poblaciones sufren por la
deprivación de medios económicos y materiales que consideraba antes asegurados. Es un duelo por pérdidas que no tienen nada de abstractas. Hay un impacto directamente material, que golpea especialmente a los mas vulnerables, a veces
dramáticamente. Además, como en el síndrome de indefensión aprendida, la
persona siente que nada de lo que ha hecho tiene que ver con los que le pasa, ni nada de lo que pueda hacer podrá remediarle.
En Grecia, donde la crisis ha impactado de manera más brutal, la economía
se hunde sin remedio, y mientras se hacen esfuerzos financieros enormes para
mantener viva la ilusión de que se van a devolver las deudas contraídas, se
extiende la pobreza, el desempleo entre los jóvenes asciende a casi el 60%, la
economía se hunde sin remedio aparente y las consecuencias sociales son
dramáticas.
Los colegas griegos informan que, es ese contexto, los
presupuestos para sanidad pública se han reducido en un 40%. Hay problemas de
acceso a la atención médica, más a la especializada; hay problemas de acceso a tratamientos
y medicinas. En relación con la salud mental, toda referencia a la reforma psiquiátrica
que se estaba implementando ha sido barrida, y solo queda el patético compromiso contraído con la UE de cerrar los tres hospitales psiquiátricos que quedaban abiertos de los tiempos previos a la reforma, que en 2015, sin
ninguna previsión de medios comunitarios para atender a la gente que tenga que salir, deben ser cerrados. Se reportaban decenas de casos extremos, como la presión para dar el
“alta hospitalaria” por criterios administrativos (haber agotado el tiempo
máximo de estancia hospitalaria) a una persona anciana, sin familia, psicótica
y gravemente enferma físicamente.
A juzgar por lo oído, en este momento España tiene el segundo
puesto en el lamentable ranking de la desventura: aunque el efecto sobre los
presupuestos sanitarios no alcancen el nivel griego (en 2012, según mis datos, los recortes rebasaban el 10%, ahora debe ser más), los
efectos del paro son dramáticos y serán acumulativos en el tiempo.
En comparación, los italianos y portugueses no se las ven de momento tan negras, pero se manifestaban conscientes de la importancia de la situación,
por lo que aparece en su horizonte. Angelo Barbato, presento un estudio del
impacto de la crisis en Italia, usando algunos indicadores: de deterioro de la calidad
de alimentación cotidiana (dietas pobres, con pocas frutas y verduras), deterioro
de la situación dental de los niños, aumento del uso de drogas medido ingeniosamente
por detención de sus metabolitos en el las aguas residuales de las ciudades.
Una visión muy interesante es la del representante portugués, el
Prof. Miguel Xavier, de Lisboa. Comentaba que él había trabajado en
Latinoamérica en la época posterior de las terribles crisis regionales de la
finales del siglo pasado, y que la actual situación en Grecia le recordaba
mucho a lo que paso allá. En particular por la sensación de perplejidad de
todos (“Pero… ¿cómo es posible que este pasando esto”?), la aplicación
de políticas macroeconómicas neoliberales de ajuste puro y duro, y el deterioro
inexorable de la situación social, sin que aparentemente hubiera nada que
pudiera impedirlo.
Para afrontar las consecuencias para los colectivos mas
vulnerables en salud mental, nuestros colegas griegos le están echando
imaginación. Una de las ideas que están desarrollando es la colaboración con
lideres religiosos. Éstos han aceptado colaborar, y ahora el próximo paso es facilitar a los religiosos alguna
formación de manera que puedan actual como lideres comunitarios y organizar
redes de ayuda mutua.
Por mi parte, expuse una versión sobria de lo que pasa en España,
con datos sobre la evolución en España de pobreza, pobreza infantil, incremento
de la criminalidad, del suicidio, la reducción de gasto público en sanidad, reducción
de la cohesión social, problemas de vivienda, crecimiento de la pobreza, familias
en las que nadie trabaja, evolución de salarios, etc.
Me esforcé en combatir con datos la idea de que la crisis haya
tenido algo que ver con que el estado de bienestar español ha sido demasiado
esplendido. En realidad, el gasto social español ha estado por debajo de la
media europea siempre. Y el endeudamiento de las administraciones españolas se
fue reduciendo regularmente en los diez años anteriores a la crisis. En
realidad, la crisis de los servicios públicos se desencadena por el deterioro
de la situación financiera española (empezando por la de los bancos), la
exigencia de la Troika de garantizar con fondos públicos la deuda española
(generada en principio sobre todo por la deuda privada y una política de
crédito privado muy irresponsable, y no por la deuda pública). Y con el
deterioro de la economía, cae la recaudación fiscal, y ya no se pueden pagar los
servicios que antes se pagaba sin problemas. Además, una de las consecuencia de
la crisis, es el incremento de la economía sumergida, que ya es el 24% de la
economía del país, lo que es un problema porque no paga impuestos y no ayuda a
sostener los servicios.
La intervención del economista Costas Lapavitsas fue muy
interesante. En su opinión, la crisis de los estados periféricos y del sur de
Europa no tiene nada que ver con los hábitos de los “holgazanes” españoles o los “corruptos”
griegos.
En su visión, la crisis económica de los países del sur de Europa
es una consecuencia inevitable de un mal diseño de la zona euro y de la una
idiosincrasia económica germana aparecida en el momento y tras la reunificación
de las dos alemanias. A ver si consigo resumirlo.
La creación del euro respondía a intereses económicos del la
postguerra europea, en la que algunos países (Francia) lideraron la idea de una
moneda única que mejorase la complejidad de las transacciones comerciales con
distintas monedas y tipos de cambio.
En su opinión, la creación de euro se convirtió en un proyecto
político con un diseño económico muy deficiente. Cada país entregaba a un
regulador central mal preparado la política monetaria doméstica, perdiendo uno
de los mecanismos de compensación económica entre los distintos países: la
fluctuación del cambio de las monedas nacionales.
Una de las herramientas que se pactaron para mantener la
estabilidad entre los países fue el compromiso a mantener (cada país por su
cuenta) bajo estricto control la inflación nacional de todos los miembros.
Esta disciplina se ha mantenido mas o menos. Los países del sur
han tenido inflación anual ligeramente mas alta que el objetivo propuesto, que
ha sido seguido casi perfectamente por Francia. Pero en Alemania, tras la
unificación, hubo un acuerdo nacional (gobierno, sindicatos, patronal), de
manera que se mantendría una gran contención salarial, con tasas de inflación
bajas respecto del objetivo común europeo.
El efecto, pasados unos cuantos años, ha sido que los costes
laborales en Alemania se han mantenido año tras año comparativamente muy bajos,
a diferencia de los demás países, en los que los costes evolucionaban con la
inflación o por encima, subiendo relativamente. Al principio, el efecto de un
punto o dos cada año de diferencia, era irrelevante, pero tras mas de quince años,
resulta que la diferencia se ha acumulado y ahora los costes son muy
desiguales.
El resultado: en muchas áreas de la economía, los países del sur
no pueden competir con Alemania. Ello ha producido una evolución positiva de la
balanza exterior de Alemania (con un gran superávit comercial), y lo contrario
en los países periféricos, que se han ido endeudando poco a poco, tomando
prestado… de Alemania. En un determinado momento los bancos alemanes se
empezaron a preguntar si iban a cobrar los prestamos y empezaron a restringir
el crédito, y entonces los países deudores (nosotros) nos hemos encontrado con
que no podíamos refinanciar la deuda,
y en riesgo de bancarrota.
La intervención del DCE tras muchos titubeos ha conseguido
estabilizar la situación en varios países con dificultades (como nosotros). No
en Grecia, donde la deuda sigue desbocada.
Pero ahora, tras la estabilización, ¿como se hará para pagar las
deudas nacionales? Hay que recuperar la competitividad para vender cosas mas
que los vecinos y hacer caja para tener efectivo y pagar. Una estrategia
nacional normal para mejorar la competitividad es la devaluación de la moneda
nacional. El país (todos a la vez) se vuelve mas pobre respecto de los vecinos,
pero automáticamente vende mas barato que sus competidores y puede empezar a recuperarse.
Pero al tener una moneda común, ese mecanismo no es posible. Y
entonces la única manera de pagar la deuda es reducir gastos nacionales, austeridad
pura y dura; hay que rascarse el bolsillo, subir impuestos, reducir salarios,
reducir gastos. Pero la política de recortes es un círculo vicioso que ya
conocemos: baja la demanda interna, la económica se enfría, aparece le
desempleo, se recauda menos por impuestos, hay que recortar más para pagar,
etc.
En su opinión, España, Irlanda y otros países, que están teniendo
éxito en contener el incremento de la deuda, están controlando la llegada al
abismo, pero el problema es que es una política que no mejorará la economía
real del pais, que sigue en estado comatoso, porque el problema esencial (la
diferencia de productividad con Alemania) solo se mantiene a raya, pero no se
reduce. Con suerte, en estas economías, la economía no se deteriorará mas de lo
que está, pero no se ve como, por ejemplo, se podrá recuperar el empleo a cifras
anteriores. Es decir, que la crisis ha venido para quedarse.
Para mas dolor, C. Lapavitsas opina que ahora Francia se encuentra
en parecida situación que los latinos. Y si se deteriora la economía de
Francia, la cosa se pondrá aun peor.
Lapavitsas esta bastante pesimista. Opinaba que las formas de que
se pueda corregir la situación existen en la teoría, pero no se ve un horizonte
en que se puedan producir. Una posible solución sería que Alemania cambie su
política suba los salarios, pero opina que es algo contrario a su idiosincrasia
económica. Ellos creen que están haciendo lo correcto. Otra posibilidad (en la
tradición Keinesiana) sería, una
especie de nuevo Plan Marshall europeo, un importante empujón de inversión
publica que active la economía, especialmente en los países en recesión que no
pueden hacerlo por si mismos sin aumentar peligrosamente su endeudamiento
exterior. Pero parece que no se ve en el horizonte nada ni parecido. Otra
posibilidad seria una salida ordenada del euro de los países que introducen y
sufren del desequilibrio, para que, al disponer de nuevo de una moneda
nacional, tengan la posibilidad de defenderse. De nuevo, de esto ni se habla.
Lapavistas apuntaba que lo mas probable es que, como ha sucedido
tantas veces en la historia, lo que pase es algo completamente inesperado e
inimaginable, que venga a estabilizar al situación de alguna manera. No aportó
ninguna visión de lo que pudiera ser eso.
En todo caso, me voy de allí con la sensación de que algo muy
grave esta pasando en Europa, ya que los resultados de las políticas comunes no
están conduciendo a una situación de convergencia social; al revés. Las
diferencias entre el norte y el sur no se están afrontando, no se ve
solidaridad social entre Europa y Grecia, se esta ignorando la catástrofe
social griega (ni la española), y así no van a ir bien las cosas.
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