martes, 8 de marzo de 2011

Pero... ¿qué es psicoterapia? (1)

Cuando alguien pregunta que es la psicoterapia, sería estupendo disponer de una descripción sencilla y clara, y que además fuera universalmente aceptada. De esa manera, uno podría explicar como se puede dar o recibir “consejo psicológico” de manera análoga a como se hace en otros campos de la Medicina, donde existen guías clínicas y consensos muy amplios sobre cual es el mejor tratamiento para problemas como, digamos, la diabetes o la neumonía.

Una de las formas mas elegantes de definir la psicoterapia la encontré en un articulo de un colega catalán, que proponía que psicoterapia es “un lugar donde detenerse y pensar”. Simple, precioso.

Sin embargo, los profesionales del “mundo psi”, que nos vemos en la necesidad de entrar en los detalles, sabemos que psicoterapia es un campo muy diverso y que, por tanto, no es posible limitarse a explicarla de esa sencilla manera. Eso hace que quien se plantea pedir ayuda a un terapeuta por un padecimiento cualquiera de tipo psíquico, con frecuencia encuentre opiniones diversas y hasta consejos totalmente antagónicos, lo que resulta bastante desconcertante.

Para empezar, existe la opinión de los que piensan que “cada uno debe afrontar por si mismo los problemas” y que, por tanto, la psicoterapia es inútil y una pérdida de tiempo (y el dinero).

Luego, si a pesar de ello uno decide que va a confiar sus problemas a un terapeuta, si busca en la bibliografía, comprueba que existen un gran numero de métodos, escuelas o “técnicas” diferentes entre las que podrá elegir: ...más de 50. Cada una defendida por sus practicantes como preferible a las demás y avalada por argumentos - a otros les gusta decir “pruebas” - de considerable heterogeneidad.

También está el tema de cual es la entidad del problema que motiva la demanda de ayuda. Ahí encontramos también un rango muy amplio de situaciones. Hay a quien podríamos describir como una persona  “sana preocupada”, que consulta por temas relacionados con su relaciones personales - como se ve a si mismo, en su trabajo, pareja, vida social, vida sexual, etc. Pero también hay personas con problemas comparativamente muy graves, donde se puede y se debe plantear la necesidad de intervenciones de tipo médico, y que virtualmente podrían incluso poner en riesgo si vida de la persona - como sucede en la “depresión mayor”, reconocida por la OMS como una de las grandes causas de discapacidad, morbilidad y mortalidad por suicidio en todos los países del mundo. Ya comentamos en este mismo blog el caso de Sara  Kane.

Comprensiblemente, un rango tan grande de situaciones justificaría que los medios técnicos para afrontarlos fueran igualmente diversos, adecuados y adaptados a la diversidad de cada caso, lo que justificaría - en parte - la diversidad de propuestas teóricas que se han descrito. Pero también sería razonable esperar unos criterios un poco mas homogéneos que los actuales, si tenemos en cuenta que contamos ya con al menos 100 años de perspectiva sobre e tema. Eso sin contar que la curación por la palabra nos ha acompañado prácticamente desde que existe el hombre propiamente dicho bajo la figura de chaman, el mago, el sanador, etc. Parece que todo este tiempo podría, como en otros campos de la terapéutica,  habernos dado una perspectiva mas integradora, pero no ha sido así por el momento.

En general, las personas que piden ayuda lo hacen porque no saben bien como afrontar su sufrimiento. Es por eso que consultan. Pueden tener la idea un poco maniquea de que si su problema es “leve” necesitan un psicólogo - psicoterapia-, y si es mas “grave”, un psiquiatra - medicamentos. Generalmente están de alguna manera predispuestos  en uno u otro sentido. Esta distinción es demasiado rígida. Las escasas “evidencias” claras que nos aporta la ciencia empírica sobre el tema del “padecimiento psi”, esto es, que en la mayoría de las ocasiones, desde el punto de vista de la estricta eficacia terapéutica, la combinación adecuada de un medicamento y psicoterapia ofrece mejores resultados que la medicación sola o la psicoterapia sola.

Solo tras decir esto, que pretende solo dar una idea de la complejidad del tema, me atrevo a entrar en le tema de tratar de definir lo que entiendo por psicoterapia. Lo que yo entiendo por psicoterapia es “un procedimiento previamente codificado, basado en la comunicación - en la palabra - en el que una persona, que se se ha cualificado en ese procedimiento, recibe a otra -el paciente - que pide ayuda por padecimientos que considera de origen psíquico, con el objetivo explícito de aliviar su sufrimiento”.

Estoy seguro que esta propuesta, tan aparentemente genérica, es discutible (pero no voy a entrar en ello ahora). Se defina así de o de otra manera, en la práctica, tras algunas entrevistas la demanda de tratamiento de la persona se puede concretar en una propuesta de tratamiento sujeta a condiciones que se pactan entre el terapeuta y el paciente (el “encuadre”), que conciernen a cosas como la forma, y frecuencia de las reuniones, los honorarios, y la asignación mutua de tareas en la terapia.

Los rasgos comunes a las todas psicoterapias no van mucho mas lejos. El rol esperado del terapeuta y del paciente puede variar mucho según las escuelas de referencia. El proceso por el cual se espera que la terapia cumpla su propósito también se explica de maneras muy diversas. La forma de evaluar sus resultados, y de comprobar así si se han alcanzado los objetivos esperados, también son diferentes.

Algunos revisores - mas o menos independientes - de las publicaciones de distintas escuelas, describen lo que denominan “la paradoja del Pajaro Dodó”, personaje de Alicia en el País de las Maravillas que describe una carrera en la que “todos los participantes ganan y todos reciben el premio”. Esta descripción simpática de como cada modelo de psicoterapia reputa su práctica como elegible entre las demás, se vuelve mas sombría cuando desde algunas formas de pensar o evaluar la psicoterapia se sienten en condiciones de afirmar que otras formas de práctica son, no ya ineficaces, sino  iatrogénicas - es decir, que hacer mas mal que bien.

El filósofo de la ciencia T. Khun señalaba en los años 60 que el “mundo psi” no constituye un verdadero paradigma científico porque las distintas escuelas de pensamiento - por ejemplo sobre psicoterapia - no comparten rasgos esenciales que permitirían hacerlas comparables: cual es el objeto de estudio - ¿el discurso?, ¿la conducta? - , cual el método de verificación de sus hipótesis o como se plantea la validación de sus prácticas.

Así las cosas, ¿Estamos hoy día en mejor situación que entonces para poder hacer reflexiones  fundadas sobre como servirnos de la psicoterapia para ayudar a nuestros pacientes?
Quiero pensar que si por dos razones.

En primer lugar porque muchos de los profesionales de la psicoterapia nos hemos cansado de los estériles y agotadores debates sobre dogmatismos “de escuela” en los que no era posible llegar a conclusión alguna ni constituían verdaderamente un debate intelectual, ya que nadie esperaba  convencer o ni estaba en disposición de dejarse convencer por los argumentos del adversario.

En segundo lugar porque un número creciente de psicoterapeutas no se conforman ya con mantener su ámbito de experiencia en los límites predeterminados de su escuela de referencia - casi siempre concentrados en el campo delimitado por autores más o menos mistificados, cuyos textos son tratados y sometidos a exégesis casi como si se tratara de un evangelio -. Muchos psicoterapeutas actuales  comienzan a interesarse críticamente por los argumentos o pruebas que se aportan desde cualquiera otros campo de experiencia, admitiendo la dificultad y amplitud del campo en el que trabajamos y no limitándose, como tantas veces se ha hecho en el pasado, a ignorar aquellos hechos que no confirman lo que la tal o cual escuela considera probado.
La multiplicidad de fuentes potenciales de conocimiento resulta actualmente tan abrumadora que resulta difícil concebir como se podrá sacar partido a todo el nuevo conjunto de datos que aportan investigaciones de todas clases. El clínico o el investigador que desea validar, actualizar y ampliar su conocimiento, a las fuentes tradicionales de verificación y de conocimiento en psicoterapia - los contenidos de la sesión -  tiene la oportunidad de unir nuevas perspectivas e hipótesis que aportan disciplinas y métodos como la neurofisiología, la neuroimagen, la epidemiología, o la sociología.

Para el terapeuta actual, el desafío de pensar como contribuir de la mejor manera posible a la tarea de ayudar a las personas a “detenerse y pensar” es un reto fascinante que contiene muchos aspectos aspectos de los que hablaremos en este blog.

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