martes, 8 de marzo de 2011

Pero... ¿qué es psicoterapia? (2)

J.J. de la Gándara, opina que el baúl de las psicoterapias “es como un baúl mágico sin fondo, en el que todo cabe. Lo abres no dejan de salir autores y nombres, técnicas y escuelas, libros y más libros, y eso es bueno. Una enorme riqueza y un enorme desorden”.

Se plantea una contribución, coordina un grupo de 22 profesionales y redacta un “Vademecum de Psicoterapias”, donde tras una revisión, ofrece un catálogo de técnicas, con modalidades y metodologías, sometiendo a todas a un sistema expositivo semejante, que incluye “...su nombre, indicaciones, contraindicaciones, forma de administración, duración , resultados y posibles efectos adversos”. Como se ve, J.J. de la Gándara presenta metodológicamente las psicoterapias como análogos a los medicamentos. Le salen mas de 60 modalidades, tan heterogéneas entre si como la “psicoterapia de apoyo”, la “programación neurolingúistica” o la “economía de fichas”.

Como son muchas, las separo en grandes grupos y ofrezco aquí mi propio esquema.

Esquemáticamente, hay por un lado el grupo de técnicas que se dirigen directamente a la “modificación de la conducta”  que constituye el síntoma. Nacieron de una epistemología que pretendía desarrollar la naciente psicología experimental al estilo de las demás ciencias experimentales. Su forma aplicada, la “terapia de conducta“, se centra en la modificación de la conducta (entendida ésta como una acción de ajuste interdependiente con el medio y no tan sólo una respuesta motora)”. En esta perspectiva, se considera que la vida psíquica constituye una “caja negra” en cuyo interior no sabemos lo que pasa. Usa como herramientas algunos fenómenos definidos por distintos investigadores en el campo experimental (relajación, reforzamientos, estímulos aversivos...)

En segundo lugar, las técnicas de terapia cognitiva. Se adopta una concepción psicológica que admite la existencia de procesos mentales como el razonamiento, memoria y atención. Se acepta que podemos saber algo de lo que sucede dentro de “la caja negra”: los procesos intrapsíquicos. Se entiende que existe algo “dentro de la mente” comparable de unas personas a otras. Si se acepta la existencia de “cogniciones”, y ”procesos cognitivos”, toma cuerpo la hipótesis de una mente que procesa “información”. Los síntomas serían el resultado de disfuncionalidades en la formación o en el proceso de las representaciones cognitivas. Las herramientas del terapeuta buscarán “modificar el modo de interpretación y valoración subjetiva, mediante el dialogo socrático, la modelación y la práctica de hábitos  cognitivos nuevos”. Este tipo de aproximación, que pretende seguir en el ámbito del método científico experimental, es consciente de que usa la comunicación como herramienta. Contiene un modelo de “aparato psíquico” heterogéneo a los meros procesos neuronales, lo que abre la puerta a un conjunto de aproximaciones variadas (por ejemplo, derivadas de la cibernética, como modelos del “proceso de la información” que podría suceder dentro de “la caja negra” y que podrían explicar las respuestas sintomáticas de las personas)

Hay, al fin, como tercer gran grupo clásico, un grupo de terapias que construyen su argumentación teórica en la observación selectiva de determinados fenómenos clínicos. Unos intrasubjetivos como las ideas obsesivas. Otros, intersubjetivos, como los conflictos interpersonales. Constituyen modelos explicativos con ayuda cierto número de hipótesis distintas, que dan a cada escuela su color particular. Por ejemplo, la idea de que hay procesos psíquicos inconscientes  es la idea fundante de todas las escuelas psicoanalíticas. O los fenómenos de interacción en grupos humanos contemplados como sistemas, en los que se basan las terapias familiares sistémicas. En esta perspectiva, los teóricos colocarán dentro de la famosa “caja negra” hipótesis y constructos teóricos muy variados: el complejo de edipo,  la libido, el self, las pulsiones o el apego. Las herramientas técnicas que utilizan estas escuelas se basan en formas de comunicación formalizadas en un encuadre determinado, y aprovechan algunos fenómenos descubiertos en los procesos de comunicación (la sugestión, la empatía, la interpretación, la transferencia...) Este tipo de escuelas se sitúan de manera consciente bastante al margen de la ciencia experimental, aunque intentan (y a menudo consiguen) mantener sólidos vínculos con la clínica.

Una propuesta como el “Vademecum de Psicoterapias” de de la Gándara puede dar indicaciones académicas sobre que tipo de técnicas han probado ser útiles en distintas situaciones clínicas. Sin embargo, creo una persona que buscase en sus páginas un indicación parecida a un vademecum terapéutico, tendría que afrontar una elección.

Creo que una posibilidad sería ponerse en manos de alguien que le propondría un procedimiento  en el que se le invitaría a seguir determinadas técnicas (qué pensar, qué evitar pensar, qué hacer, qué evitar hacer...) Según la evaluación empírica, es probable que consiguiera modificar algunos aspectos problemáticos limitados de su manera de pensar o actuar.

Otra posibilidad sería confiar en alguien que le propondría examinar de que manera él mismo habría estado involucrado en la formación del síntoma. Considerar la función del síntoma en su vida intrapsíquica y de relación. Le invitaría a entrar en un mundo de complejidad y de autoexploración, en un viaje de introspección por su biografía y por las circunstancias y eventos que le constituyeron como persona, determinaron sus valores y la forma en que otorga significación a los acontecimientos. Le sugeriría que, en ese proceso, él mismo podría encontrar formas alternativas de afrontar sus síntomas.

Aunque expuesta de manera muy breve y simple, creo que este tipo de elección es real.

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