Reunión de la WAPR en Atenas para hablar de Rehabilitación Psicosocial de personas con enfermedad mental. Para actualizar y repasar la vigencia de lo que venimos defendiendo desde hace años: no a los manicomios, no a la excusión de las personas con enfermedad mental, si al modelo de atención comunitario, a la atención para ayudar a las personas a vivir en su entorno habitual, con las ayudas necesarias; no a los prejuicios y a estigmatización, si a la educación social, a la solidaridad; no a los tratamientos paternalistas inductores de la pasividad, si a la responsabilidad de las personas, de las redes sociales, al apoyo mutuo y la solidaridad, si al modelo de recuperación (maravilloso discurso del expaciente recuperado Ron Coleman).
Técnicamente, como es tiempo de crisis, se trata, claro, de ser mas eficientes: habrá que tratar de hacer más con menos. Mejorar la administración, invertir en las intervenciones y acciones de mejor comprobada eficiencia. Hay ideas mas o menos nuevas : trabajar en redes sociales de ayuda mutua de usuarios, potenciar la intervención en grupos multifamiliares.
En circunstancias normales, se trataría de una actualización de conceptos técnicos para adecuar las prácticas a la circunstancias. Pero en esta ocasión, los conceptos técnicos quedan es segundo plano. La mayoría de los portavoces de la conferencia estan alarmados: la reducción drástica de recursos para la inserción social es solo un índice de una gran catástrofe que se ve venir. En el trasfondo, la tremenda crisis económica que afecta Grecia (y a otros países europeos), los recortes sociales impuestos por la directiva Europea. Participa en la conferencia un Comisario Europeo cuya intervención tecnocrática produce tristeza: todos los portavoces (menos el Comisario) incluyen en sus análisis referencias a la sensación de extravío en la que ha entrado la política.
La Declaración de Atenas, elaborada en la conferencia, manifiesta la preocupación de los múltiples portavoces sociales participantes ante la evidencia de que la crisis no es solo económica: en realidad es una crisis de conceptos políticos y de valores éticos y culturales: se ha permitido el desarrollo y posterior implosión de una economía financiera que se ha alejado de nosotros, la gente, que ya no sirve a la gente, y que tiene como rehenes a los Estados.
Se denuncia con preocupación el dominio de las políticas neoliberales, la prevalencia de la lógica financiera bancaria que se ve en clara oposición a las políticas públicas de solidaridad social, del proyecto de sostenimiento del Estado de Bienestar y del mantenimiento de la prioridad redistributiva que facilite a los excluidos oportunidades de educación, acceso al apoyo social, a la medicina, a la cultura, la amenaza de marginación de grandes bolsas de población, el incremento de problemas de salud mental, de la economía de la marginalidad, de la violencia.
No faltan las autocríticas. Recordar que cualquier derecho social viene de la responsabilidad y de la solidaridad. Las políticas sociales no pueden mera enunciación de una colección de derechos: cada derecho otorgado es una responsabilidad para quien lo otorga (hay que ver como pagarlo) y para quien lo recibe (hay que usarlo bien). Lucha contra la corrupción, política impositiva sana, control exhaustivo de las agencias gubernamentales por al sociedad civil.
Existe la creciente sensación de que nos estamos jugando nuestro modelo de supervivencia como civilización. La Declaración de Río de Janeiro sobre Determinantes Sociales de la Salud es una alegato por una política global saludable, una llamada de atención sobre el hecho de que la política es algo demasiado serio para dejarla en manos de los políticos profesionales.
Necesitamos encontrar la manera.
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